El maestro Zen Hakusin, era conocido entre sus vecinos como aquél que
llevaba una vida pura.
Una jovencita japonesa muy atractiva, cuyos padres regentaban una tienda
de comidas, vivía cerca de su casa. Una mañana repentinamente, los padres
descubrieron con espanto que la muchacha estaba embarazada.
Esto puso a los tenderos fuera de sí. La joven, al principio, se negaba
a delatar al padre de la criatura, pero después de mucho hostigar y amenazarla
acabó dando el nombre de Hakusin.
Muy irritados los padres fueron en busca del maestro “¿Es así?”, fue todo lo que él dijo.
Al nacer el niño, lo llevaron a casa
de Hakusin. Para entonces éste había perdido ya toda su reputación, lo cual no
le preocupaba mucho, pero en cualquier caso no faltaron atenciones en la
crianza del niño. Los vecinos daban a Hakusin leche y cualquier otra cosa que
el pequeño necesitase.
Pasó un año, y la joven madre, no
pudiendo resistir más, confesó a sus padres la verdad: que el auténtico padre
del niño era un hombre joven que trabajaba en la pescadería.
La madre y el padre de la chica
fueron enseguida a casa de Hakusin para pedirle perdón. Después de haberse
deshecho en disculpas, le rogaron que les devolviese el niño.
Hakusin no puso ninguna objeción. Al
entregarles el pequeño todo lo que dijo fue “
¿ES
ASÍ?” .